Por: María de los Ángeles Elizalde Islas

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Hace 20 años cuatro jóvenes tuvieron la visión y el sueño de poner un negocio con un concepto diferente pero que al mismo tiempo fuera delicioso, acogedor, relajado y en donde las crepas brillarán con su versatilidad. Fue así como nació la Crêperie de la Paix, un lugarcito en la Condesa que al inicio, ofrecía únicamente diez sabores de crepas, jugo, té, café y refresco, todo elaborado por sus socios, no había empleados, ni equipo de cocina profesional, las crepas eran entregadas en papelillos para comerlas “con la mano” acompañadas de una sonrisa por parte de los dueños. Poco a poco la Crêperie fue creciendo, generando más clientes, contratando personal y agregando platillos sugeridos por los comensales, sin embargo un elemento llamaría la atención de todo aquel que quisiera acercarse: el jazz.  Ésta música, interpretada en vivo, se ha convertido en uno de los ejes de este establecimiento, y ha sido tal su importancia que los platillos son bautizados con el nombre de un jazzista.

Gracias a la aceptación de la gente, y veinte años después, la Crêperie de la Paix se ha convertido en un bistrot con una carta amplia y una sucursal en Polanco, pero sin olvidar a la estrella del lugar: las crepas. Es por ello, que los socios han decidido celebrar durante todo el mes de marzo estas dos décadas de vida ofreciendo lectura de poesía y cuentos, cenas maridaje, brunch los fines de semana, chefs invitados y noches de música en vivo, en donde el mejor complemento, será la crêpe bechamel Miles Davis (pollo, champiñón y salsa bechamel al estragón) o la Blue París (blueberry con queso crema) que se han vuelto favoritas en este lugar.

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