Hablar de cognac es sinónimo de respeto: le considero un destilado de cuidado.
Con esto me refiero no tanto a su potencia alcohólica, sino a la cantidad de experiencias que se generan al consumirlo. Ya sea para disfrutar de una tarde de lectura en compañía de una copa de este destilado en las rocas, o bien, una tarde de amigos en la que los cocteles hagan su aparición, la vivencia es la misma: el descubrimiento de un microcosmos en el paladar.
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Ahora bien, a algunos les podrá no parecer la idea de consumir esta bebida de los ángeles –como se le suele llamar– formando parte de un coctel, sin embargo la historia nos recuerda lo contrario.
Por mucho tiempo el cognac ha sido usado para dar estructura a cocteles como el Sazerac, destacado por ser el primero en los registros de la coctelería y en un segundo plano, por haber sido creado por un boticario de Nueva Orleans.
La experiencia Hennessy
Para dar testimonio de la versatilidad de la bebida, Bosé Echeverría, mixólogo de Möet Hennessy, nos hizo partícipes de una experiencia de coctelería en torno al cognac, para celebrar el día mundial de esta bebida, el pasado 4 de junio de 2019.
El repertorio de cocteles fue diverso y dejó entrever tres momentos en la historia de la mixología; desde el pasado hicieron aparición grandes clásicos como el ya mencionado Sazerac, que empezó todo.
Posteriormente dimos un viaje por Francia en compañía de un Sidecar, cuya frescura revitaliza, calma el calor y es ideal para la temporada próxima de verano.
El viaje continuó sobreviviendo a la guerra con un French 75, coctel logrado al mezclar dos de las joyas de Francia: champagne y cognac; este trago recibe su nombre de la analogía con la potente artillería francesa. Para cerrar la gama de clásicos hizo su aparición una creación nacional: ni más ni menos que aquella bebida que permitía a Don Porfirio contemplar su amado París de Noche con tan solo un sorbo.
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Llegando al presente la experiencia tomó un giro musical ya que el ambiente se llenó de sonidos generados con una tornamesa en tres dimensiones. Entre canción y canción el cognac hizo aparición en forma de los cocteles creación de Bosé, como por ejemplo, el Tiki: frutalidad y frescura únicas que te transportan directo a Hawái.
El toque futurista se dejó entrever en el cortometraje y más reciente trabajo del director Ridley Scott “The seven worlds”, mostrando la odisea que es consumir un X.O. de Hennessy a través de las siete sensaciones que en él encontramos: notas dulces, aumento de la temperatura, toque de especias, una llama que fluye, gusto de chocolate, presencia de maderas y un eco duradero del sabor.
Después de la experiencia
Sin duda una experiencia integral que nos invitó a apreciar la versatilidad de una bebida única como el cognac: es precisamente su misma complejidad que tanto nos gusta al beberlo solo o en las rocas, es la que le permite encajar con una gran cantidad de aromas y sabores, fácilmente alcanzables en la coctelería.
Saquémonos de la cabeza la idea de que el cognac no debe ser mezclado: al contrario, debemos observarlo como un elemento digno para la experimentación de la mixología.
La interacción entre sus notas aromáticas (vainilla, almendra, chocolate y madera), su estructura misma y los ingredientes presentes en un coctel nos llevarán a vivir una odisea que quizás sea igual o mejor, que la ya planteada por el mismísimo Ridley Scott.
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