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Sinergia culinaria en Valle de Bravo

Julieta Cruz
Julieta Cruz
Gastrónoma y doctorante en Comunicación con especialización en vinos por la EMS. Investigadora en periodismo enológico y gastronómico en Ciudad de México, basada en teoría bourdiana, con fundamentos en Sociología y estudios de periodismo. Disfruta entrevistar y difundir la valiosa labor de quienes hacen posible nuestra gastronomía, única y viva en cada ingrediente, sabor y experiencia a la mesa.

Es común que como citadinos, estemos siempre buscando opciones para que, cuando llegue el fin de semana, experimentemos nuevos sabores, restaurantes, bares o sitios dónde pasarla bien, pero sin duda alguna, planear una breve escapada para deleitarnos con lo que los pueblos cercanos tienen para ofrecer, siempre es una mejor idea. 

Así que en esta ocasión viajamos a Valle de Bravo, Estado de México, a tan solo 2:30 horas de la Ciudad de México. ¿El motivo? Fuimos invitados a deleitarnos con un menú a cuatro manos en El Santuario, un resort que ofrece experiencias con un enfoque recreativo pero espiritual.

El Santuario

Al llegar a Valle de Bravo se puede divisar a la distancia el lago, cuya belleza cautiva la mirada, y si a eso añadimos que nos esperaba un alojamiento en un espacio mágico, el disfrute fue total. El Santuario se sitúa a la orilla del lago y fue fundado hace poco más de 20 años por Michel Domit, un empresario del mundo de la moda, quien comenzó este proyecto hotelero para ofrecer en este bello destino un templo dedicado a la meditación, a la conexión con la naturaleza y el bienestar integral. Este recinto destaca porque se erige sobre una montaña de grafito y cuarzo, lo que impregna de armonía, sanación y paz la estancia de quienes lo visitan. 

El Santuario cuenta con un nutrido programa de actividades para que los huéspedes, durante su estancia, se dejen llevar por una experiencia holística integral. Así que desde los diversos tratamientos en el spa, el temazcal, sus meditaciones guiadas, las sesiones de yoga, así como talleres, rituales, ceremonias y hasta actividades deportivas, cada momento será el pretexto perfecto para integrarse en estas dinámicas. A estas actividades también se suman diversas catas, cenas y degustaciones, que son parte importante también del atractivo del lugar. 

Y es que El Santuario se presta a la creatividad y al deleite del alma. Encontrarás inspiración desde la entrada y la fuente del cisne; al ingresar y dirigirte a una de las 64 suites con alberca privada a través de la estructura del ovario de serpiente; al admirar la belleza de la montaña, disfrutar el ascenso hasta la capilla y deleitarte con la vista hacia el lago mientras recorres su laberinto; permitirse caminar junto a los espejos de agua, descansar y tomar un momento para sumergirte en cualquiera de sus piscinas, admirar el vitral de “La puerta de la noche” o bien el domo también en vitrales; o simple y sencillamente relajarte en alguna de sus salas de descanso mientras admiras la hermosa montaña de cuarzo o el lago -o ambos-, y te dejas llevar por el aquí y el ahora.

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Gastronomía Vallesana

He de confesar que aunque en lo personal ésta fue mi primera visita a este Pueblo Mágico, es bien sabido que la oferta de alta gastronomía en Valle de Bravo y alrededores, es importante. Una de las características principales de ésta, es el uso cotidiano de muchos ingredientes orgánicos de producción local, ya que su calidad es destacable. Por ello la práctica “del huerto a la mesa” se ha vuelto parte de la cocina diaria, cuestión que es muy apreciada por los visitantes, tanto ocasionales como asiduos. 

Parte importante de El Santuario es la oferta gastronómica y nosotros, como particularmente a eso íbamos, no perdimos el tiempo de degustar algunos platillos de su menú desde el desayuno hasta la cena. 

Na-Ha y Xian

En el Santuario hay dos propuestas culinarias. 

Por un lado encontraremos Na-Ha, su restaurante base que ofrece una cocina fresca y tradicional que, si bien es cierto que principalmente ofrece cocina local, también integra algunos platillos internacionales en respuesta a las necesidades de los huéspedes del resort. Aquí, el chef Alberto García, la define como una cocina “con alma, cariño y fuego”. Él es responsable de las creaciones del menú, mismo que denota el amplio expertise del chef con las técnicas culinarias clásicas (muy a la francesa) que te dejarán satisfecho, sintiéndote bien después de haber comido platillos muy ricos y bien ejecutados.  

Su otra propuesta se trata de Xian, concepto dirigido por el chef Victor Mendoza quien ha diseñado un menú basado en dos conceptos principales que él define como gastronomía consciente, así como también, «de la granja a la mesa».  El menú ofrece platillos diversos para el estímulo de energías, la nutrición y los estados de ánimo, con el objetivo de fomentar el conocimiento y gozo para cada tipo de energía, así como también para cada una de las personalidades. En otras palabras, busca explorar a partir de la conciencia, diferentes estados de ánimo e interacciones con la energía del cuerpo y con ello permitirse probar diferentes sabores a partir del conocimiento de la tipología personal. Un menú único en el mundo, con ingredientes frescos, de productores locales que debes experimentar. Para conocer más sobre Xian, te invitamos a leer: Xian, alimentos para el cuerpo y alma

Experiencia a cuatro manos 

Ahora sí, la cena a la que fuimos invitados principalmente reflejó la combinación de esfuerzos de los chefs Alberto y Víctor para demostrar que El Santuario ofrece una oferta gastronómica bien nutrida, que además nos permite conocer a profundidad la esencia de sus propuestas. De inicio, los chefs nos recibieron amablemente y explicaron que este menú presentaba platillos en una progresión de sabores para deleitarse sin saturar los sentidos.

Para abrir apetito comenzamos con una mezcalita de mango y maracuyá, que destacaba en un fondo fresco y dulce, las notas ácidas y tropicales con dejos ahumados del mezcal, perfectas para comenzar un gran momento. 

Para el primer platillo, se presentó una entrada combinada: mientras que Xian nos deleitaba con una jaiba concha suave sobre una ensalada de brotes y kales con un aderezo de mango y habanero, Na-Ha presentó un canelón de camarón y hongo morilla con un cordón de  queso cambozola y una salsa de azafrán. En definitiva, este tiempo reflejó la armonía de las notas del marisco con el crustáceo, pero también cada concepto mantenía su identidad, permitiéndonos apreciar el trabajo en equipo entre estos dos talentosos chefs. 

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Continuamos con el primer plato fuerte, una creación de Na-ha: medallón de salmón con un glaseado de miel, jengibre y limón sobre un cremoso de betabel, zanahorias moradas y anaranjadas así como unas calabacitas estrella amarillas. Este plato sin duda alguna fue mi favorito, no solo por la combinación de sabores, el manejo respetuoso de los productos o la excelente ejecución culinaria, sino también por el colorido espectáculo visual, derivado de la naturaleza de los ingredientes.

Para el tercer tiempo, Xian tomó el protagónico y sorprendió con un carpaccio de betabel dorado con maracuyá que sirvió como base para unos medallones de trucha con ceniza de habanero y hongo shiitake, acompañados de brotes y queso burrata. En este tiempo la combinación de sabores resultaba fresca y sin duda destacaba el carácter original de las técnicas así como de la presentación del platillo. 

Finalmente el cierre dulce también llegó en un solo plato, la pera pochada al vino especiado con anís estrella, canela, pimientas roja y verde, sobre una crema ligera de chile chipotle fue el aporte de Na-Ha. Un postre delicado en que destacan las notas cálidas de las especias, así como el picor del chipotle. En contraparte, el postre de Xian consistía en crujiente de chocolate amargo con mandarina y piñones, relleno de cremoso de mango sobre un crumble neutro y frutos rojos; esta pequeña delicia -en forma de una paletita helada- llegó para hacer contraste ideal no solo por la temperatura sino también por aportar a la narrativa, con ingredientes que en sí mismos, se percibían frescos, sencillos y auténticos resaltados por la creatividad del chef. 

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En definitiva nuestro paso por El Santuario ha sido una experiencia mágica que además nos permitió reconectar con nuestra parte más espiritual, eso sí, sin dejar de lado el disfrute de los alimentos. De hecho, nos permitió analizar a detalle lo que consumimos, la forma en que lo hacemos para apreciar más y mejor nuestra alimentación.

Si quieres conocer más información sobre El Santuario así como sobre los eventos que ofrece, te invitamos a seguirlos en sus redes sociales así como visitar su web, donde podrás también consultar información sobre hospedaje y talleres:

https://www.elsantuario.com

IG: elsantuariovalle  FB: elsantuariovalle

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