Hace poco tuve la fortuna de asistir al 12° Festival del Chocolate de Tabasco, donde se rindió homenaje a este dulce y a la semilla de donde proviene, pues la producción de cacao es una de las actividades económicas más importantes del estado.
Pero, aprovechando que me encontraba en Villahermosa, me dí una vuelta por algunos rincones, turísticos y no turísticos, para conectar con la gente y la cultura del lugar, y por supuesto, probar su gastronomía. Así que hoy te comparto algunas de mis recomendaciones.
Mercado Pino Suárez
Cuando uno sale de viaje, lo primero que visita son los lugares diseñados para los turistas; museos, edificios antiguos, ruinas arqueológicas, playas y demás sitios donde es fácil encontrar a varias personas hablando en idiomas diferentes y que van, evidentemente, con la intención de pasarla bien.
Pero para mí, visitar los mercados es tan importante -o más- como lo es conocer el spot turístico más popular. Y es que en el mercado puedes descubrir muchísimas cosas de la cultura local que no te explicará ningún guía turístico.
Por supuesto, el mercado Pino Suárez en Villahermosa no es la excepción. Entre cientos de puestos con diversidad de colores encontré una infinidad de productos que, para mí, antes eran un misterio. De no ser porque todos hablaban el mismo idioma que yo -con sus cómicas variaciones- habría pensado que me encontraba en un país completamente diferente.
Queso de poro, conserva de papaya chica, butifarra, chaya, pejelagarto y tortillas -que aquí no son como las de la Ciudad de México, sino mucho más grandes, gruesas y con ingredientes como chaya- son solo algunas de las cosas que pude ver y probar y que, en definitiva, me volaron la cabeza.
Cerveza Célebre
¿Quién diría que en un estado tan húmedo y caluroso podría prepararse una de las mejores cervezas que he probado?
Y es que resulta que, aunque suene poco probable, la producción de cerveza en Tabasco va ganando popularidad cada día, y cómo no, si con el calor que hace nada se antoja más que una cheve bien fría.
Así, durante la última década, algunos de los más aficionados a esta bebida han desarrollado sus propias etiquetas, y sin lugar a dudas, La Célebre fue mi favorita.
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En particular, su cerveza estilo Porter es extraordinaria, ya que presenta maltas tostadas con notas de café y chocolate. Además utilizan cacao de Comalcalco durante la maduración para darle un toque diferente que lo liga con sus raíces cacaoteras.
Pero si lo tuyo es la cerveza clara, entonces la IPA de Célebre te va a encantar, pues utilizan lúpulos de Yakima, traídos desde Washington, que pasan por 2 procesos de dry hopping -un método utilizado en la producción de cerveza para resaltar los aromas de la flor de lúpulo-, así como uno de dip hopping -se hace una especie de infusión de lúpulo- para agregar todavía más notas tropicales.
Como resultado, tenemos una cerveza con mucho cuerpo de notas cítricas y a maracuyá que son como un festival para el paladar.
Salón Caimito
Llegó mi momento favorito en el recorrido: la hora de comer. Y aunque en Tabasco hay muchísimos lugares increíbles a los que puedes ir para degustar sus platos tradicionales, en este viaje decidí ir a uno un poco menos convencional.
Decorado con simpáticos retratos de perros ataviados con vestimentas renacentistas como si de príncipes se tratara, Salón Caimito ofrece un menú que, aunque en apariencia no es nada tabasqueño, se preocupa por incluir en sus platillos ingredientes tradicionales como la chaya o el matalí -una planta local que se utiliza para preparar un agua dulce y rosa-.
En la carta hay un poco de todo, desde pizzas, pasando por brochetas de camarón, hasta un delicioso y abundante mac & cheese; incluso el caldo de verduras es una delicia -según uno de mis acompañantes, porque yo no tuve la fortuna de probarlo-.
Y no solo el sabor es extraordinario, sino que la presentación es también un deleite para los ojos. La pizza de burrata, por ejemplo, que literalmente tiene una burrata en el centro bañada con aceite de hierbas, y ni qué decir del queso brie con jamón serrano, que además de ser súper llamativo a la vista, también resultó mi platillo favorito del lugar.
Las porciones son bastante generosas y seguro que se te antoja pedir más de una cosa, así que mejor llega con hambre para que lo puedas disfrutar, y acompáñalo con una copa de vino, porque sí que lo merece.
La Venta
No todo en los viajes es comida -aunque aquí también viví una experiencia gastronómica que me dejó ardiendo la boca por un buen rato después de probar una salsa de habanero que parecía salida del mismísimo infierno-, es más, hay quienes dicen que no has ido a Tabasco si no has visto las famosas cabezas olmecas que se encuentran en el Parque Museo La Venta.
Pero aunque encontrar esculturas de roca que datan de hace literalmente miles de años y que son un misterio en muchos aspectos sí es muy interesante, a mi parecer lo más extraordinario del lugar es la naturaleza que lo envuelve todo, desde los imponentes árboles hasta los pequeños coatíes que se acercan a los turistas en busca de un poco de comida -cuidado, porque muerden-; si tienes suerte incluso puedes encontrarte con algún mono aullador en la copa de algún árbol, emitiendo su característico e imponente aullido.
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Encontrar un espacio donde la naturaleza y la cultura se mezclan, tan cerca de una ciudad, es una experiencia que puede hacerte sentir pequeño en la inmensidad del planeta, pero que también te invita a valorar tus raíces y todo lo que te rodea. Pero eso sí, lleva repelente, porque los mosquitos me vieron como su propio buffet personal.
Visitar Villahermosa puede no sonar tan atractivo como otros destinos mucho más turísticos del país, pero una vez que estás ahí es imposible no querer quedarse más tiempo, porque tanto los lugares como la comida, y por supuesto, la gente, son fuente de una experiencia inolvidable que no puedo esperar para volver a vivir. Y tú, ¿ya conocías Villahermosa? Cuéntanos tu experiencia y tus lugares favoritos.