En un ambiente íntimo y acogedor, rodeadas de amigos, embajadores, empresarios, restauranteros, sibaritas y representantes de la alta sociedad, así como de varios medios de comunicación, Deby, Melanie y Alexis Béard presentaron oficialmente su libro “Seducción en los viajes”.

El hotel Marquis, atinadamente dirigido por Angélica Villalobos, es donde el Bar Siqueiros ha encontrado su morada ideal. Distinguiéndose por seguir los estándares de belleza, calidad y hospitalidad del hotel, aunado a su delicada elegancia y ambiente placentero, fueron las características que lo convirtieron en la sede perfecta para la presentación ante la sociedad de esta aventura por el mundo.

Seducción en los Viajes
La primavera llega vestida de seducción y sabor a lugares exóticos. Marzo se engalana con la presentación en sociedad del libro “Seducción en los Viajes” escrito por Deby, Melanie y Alexis Béard. En sus páginas, comparten sus anécdotas y aventuras en los lugares más hermosos que han descubierto en sus viajes alrededor del mundo, ofreciendo información, consejos y relatos sobre cómo viajar y cómo seducir. Fue durante su viaje al Reino de Bután, un pequeño país perdido en el Himalaya, entre China e India, rodeadas de belleza, historia y cultura budista, que decidieron compartir en un libro las maravillas que han conocido, llevando a los lectores a lugares mágicos y remotos. Desde Chiang Rai en Tailandia hasta las costas más hermosas de México, pasando por Yucatán, los rincones de la Toscana y las seductoras calles de París, este libro es un homenaje al arte de viajar. Las páginas de «Seducción en los viajes» se mecen de acuerdo a las estaciones, para que los lectores disfruten del placer de viajar, beber, comer, dejarse seducir y ser un gran seductor. Resaltando el placer de viajar y savoir-vivre, este libro es una guía para los que se quieran aventurar en el mundo de la seducción, a través de las experiencias y aventuras de sus autoras, tanto gastronómicas, vinícolas y hoteleras. Su pasión por la escritura y por los viajes, por la gastronomía y los vinos, por el hedonismo y el placer harán de este viaje literario un recorrido por los sentidos, seduciendo al lector con sus palabras, como las dedicadas por Sergio Sarmiento en el prólogo del libro:

Prólogo
Una forma itinerante del amor
En un principio, supongo, uno viaja para conocer el mundo. Otras tierras, otras culturas, se levantan Captura de pantalla 2015-03-23 a la(s) 21.44.18seductoras a la distancia, como el nuevo amor que no se ha desgastado todavía por la cotidianidad. Para el viajero enamorado del camino, el inicio de cada jornada es motivo de entusiasmo; con el espíritu vagabundo y la mirada sobre el horizonte, se muestra abierto a la aventura y a las peripecias que indudablemente encontrará en los recovecos del trayecto.
Un turista tiene siempre miedo de que las cosas no salgan como están planeadas. Recorre grandes distancias porque no quiere ser menos en las conversaciones de los demás. Se aterra, sin embargo, ante los idiomas que no entiende, ante las culturas que rompen las reglas habituales, ante los platillos de apariencia extraña, ante los sabores y los aromas exóticos. A miles de kilómetros de distancia busca la familiar hamburguesa, la más parecida a la de la plaza comercial de casa, o lleva en la valija la lata de jalapeños para darle sabor a ese extraño queso holandés. Un viajero, en cambio, disfruta cada momento. Se entusiasma con lo diferente, aprende de lo nuevo, se abre a las nuevas experiencias. Cuando las cosas salen mal busca siempre el lado bueno. Un tren perdido no es motivo de berrinche sino oportunidad de cenar en aquel lugar que nos faltó.
El viajero verdadero está enamorado del viaje. Cuando llueve, vuelve la vista al cielo, pero no para rogar que el viento se lleve las obscuras nubes sino por la esperanza de encontrar el arcoíris. Deby, Melanie y Alexis Béard son viajeras de verdad. Han recorrido el mundo como pocos. Han viajado solas, pero han tenido también la fortuna de hacerlo juntas. Entienden que no hay prueba más severa para el amor que el viaje en compañía. Y no sólo lo han superado sino que lo han convertido en fuente de unidad familiar.
Estas tres hermosas mujeres no solamente saben viajar y disfrutar en el camino, nos cuentan también lo que viven y lo que gozan. Hay en esto una generosidad inusitada. Podrían guardar mezquinamente para sí esa riqueza de vivencias y sensaciones. Prefieren en cambio compartirla conmigo y con usted. Quizá yo no soy tan buen viajero. No tengo la misma facilidad para volver la vista y maravillarme en cada giro del camino. Suelo caminar con la vista fija en el suelo y la cabeza llena de recuerdos, argumentos y lucubraciones. Hay quien se ríe y me llama el filósofo de las aceras. Pero por eso sigo con tanto placer a estas tres seductoras nereidas. En las páginas que van dejando en su avance, y que hoy se encuadernan en este entrañable volumen, me enseñan a dejar atrás la timidez, a abrir la puerta de mi casa y a emprender camino con la convicción de que el viaje, al final, es sólo una forma itinerante del amor. 

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