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Enoturismo en México, fiestas de la vendimia

Pilar Meré
Pilar Meré
Comunicóloga con maestría en comunicación y mercadotecnia, especializada en gastronomía y marketing. Diplomada en diversos campos, sommelier, certificada en múltiples áreas y directora de Pilar Meré, Comunicación Integral Especializada. Experta internacional y jurado en concursos de vino y gastronomía.

Llegaron las fiestas de la Vendimia, la celebración y agradecimiento a la naturaleza por contar con un gran fruto y poderlo vinificar.  Es tiempo ideal para disfrutar de estas fiestas y realizar un enoturismo muy divertido.

La uva y el vino, considerados en la antigüedad,  como un auténtico don de dioses para otorgar a los hombres placer y deleite,  han  sido objeto de las mitologías de diversas culturas: Egipto refiere al Dios Osiris, Grecia instauró el culto a Dionisios y las fiestas dionisiacas que le rendían tributo por cinco días, la cuales se caracterizaban por el bullicio y la alegría colectiva. Posteriormente los romanos dieron el nombre de Baco al dios Dionisios y las festividades en su honor recibieron el nombre de Bacanales. 

Durante la vigésima dinastía en Egipto, con Ramsés II, se acostumbraba que el primer día de la cosecha tuvieran lugar alegres fiestas como testimonio de gratitud a Osiris por la fertilidad de la Tierra.  Al paso de los siglos, se ha mantenido vigente la milenaria costumbre de celebrar la vendimia.

En México, desde hace muchos  años, durante el mes de julio, agosto e incluso septiembre cuando se inicia formalmente la cosecha de la uva (según cada zona vitivinícola) y culmina el largo proceso de cuidado del viñedo, el ambiente de la casas vitivinícolas  es de emoción, aliento y alegría. La vendimia es tiempo de esperanza, de ver cristalizado el arduo trabajo de un año y de agradecer y festejar la buena cosecha.  Es el símbolo del trabajo culminado del agricultor que recibe en frutos el premio de su esfuerzo, para dar paso al proceso de vinificación.

Para poder degustar una copa de excelente vino es indispensable contar con el mejor fruto, resultado de un cuidadoso proceso que inicia con el cultivo de la vid. La vid noble empieza a producir después del cuarto año de ser plantada y, hasta el séptimo u octavo, el fruto obtiene su calidad óptima.

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El ciclo vegetativo de la vid, se ha regido por numerosos calendarios agrícolas desde la época medieval:

La fase de reposo comienza en diciembre, con las labores de desfonde previas a la plantación y continúa en enero, con la plantación de la cepa portainjertos. El frío del invierno ejerce una labor de desinfección, mata los insectos y evita enfermedades. La poda de la vid ocurre en febrero, y es buen momento para el abonado y el laboreo del suelo para darle forma a la cepa, nutrir y reparar el suelo, así como realizar los injertos en marzo; la fase de crecimiento se inicia en abril con la brotación, seguida en mayo de los tratamientos anticriptogámicos y, en junio de la floración. Comienza la fecundación e inmediatamente se inicia el desarrollo de los frutos, hasta mediados o finales de julio, creciendo poco a poco. A finales de julio o agosto, ocurre la fase conocida como madurez, en el cual el fruto verde cambia de color con el envero y  prosigue en septiembre con la vendimia propiamente dicha, ya que a finales de septiembre u octubre,  el fruto no tiene  más transformaciones, está maduro.

Después de la caída de la hoja, la cepa queda aletargada, reteniendo en sus raíces y tronco, las sustancias elaboradas a través de sus hojas y así permanecerá durante todo el periodo invernal, en espera de la primavera.  En este momento, se labran los suelos, se abonan en octubre, para terminar en noviembre con la colocación de postes y alambres, preparando la tierra para las primeras lluvias invernales.  Después de unos días se iniciará la poda para darle a la cepa su fertilidad, vigor y calidad, e iniciar, una vez más, el ciclo vegetativo anual de la vid.

A lo largo de este ciclo, el clima (y sus manifestaciones), la tierra, los seres vivos y el hombre, influyen en las condiciones de desarrollo de la planta. La acción del hombre sobre el terreno y las cepas es indispensable para conseguir un perfecto crecimiento de la viña.  Los viticultores tienen una responsabilidad decisiva preparando el terreno para que las raíces crezcan sanas y abonándolo para facilitar la formación de la savia. 

Año con año, la historia de cuidados, trabajo, inversión de tiempo y dinero, se repite, con el propósito de lograr, a pesar de los riesgos, la obtención de los mejores frutos

Actualmente, en nuestro país, en las diferentes zonas vitivinícolas,  cada bodega realiza la celebración de la Vendimia con una personalidad definida y relativa a sus orígenes y los eventos que llevan a cabo son tan variados como las propias empresas. Una invitación a realizar el mejor y más divertido enoturismo en nuestro país.

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