Sí, chère Karla, que las niñas y los niños se unan para que ayuden con su sabiduría infantil a que nosotros, los que ya no somos niños, los veamos cómo aman la naturaleza, los árboles, las flores, los pajaritos, las nubes y las lluvias. Cómo aman a sus padres, a sus abuelas, a toda la familia, que nos digan que en lugar de armas horribles, usemos las armas del amor, del respeto, de la alegría. Y, viene al caso, miren lo que dijo aquel escritor inglés: Oscar Wilde:
“… los niños habíanse deslizado en el jardín encaramándose a las ramas. Sobre todos los árboles había un niño, y los árboles sentíanse tan dichosos de sostenerlos, que se cubrieron de flores”.
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Cito esto porque, por desgracia, hay muchos hombres sin entrañas y son un mal ejemplo para los niños. Por eso, para combatir los malos momentos, necesitamos que niñas y niñas, a los no niños, nos digan que debemos cesar de hacer peleas por ambiciones negativas, que es necesario tratar de hacer de nuestro mundo un mundo mejor, en donde reine la paz, la armonía, el respeto y el amor a los infantes y a los ancianos.
Yo, por lo pronto, chère Karla, voy a volver a leer Esopo, al Quijote, a Tagore, y con lo aprendido, contárselo a las niñas, charlar lo que nos dicen esos escritores y buscar con ello fórmulas para vivir en un mundo mejor.

Pero justamente aquí, en este espacio, debo decir que la comida es otra manera de Contemplar el azoro de los niños cuando, de postre, si de la Semana Santa se trata, les servimos un plato pleno de capirotada. La cual fue hecha con la ayuda de las niñas y cuya receta les quedó grabadas en su mente. Y para los padres es tarea fundamental Celebrar el día de su santo, de su cumpleaños, y echar la casa por la ventana: Piñatas, dulces, naranjas, cacahuates, colaciones, globos, postres en las comidas, para que los cumpleaños sean verdaderos días de fiesta. Sí, fiestas sanas y alegres es lo que debemos hacer con las niñas y los niños. Hay que demostrarles que existen muchos mayores de edad que desean que el mundo nos ofrezca otra manera mejor de pasar los días.
Charlar mucho con las niñas, aprender de ellas lo que piensan de lo que pasa en otros países. Platicar con los niños de que la paz y la razón la inteligencia debe regir nuestras vidas. Y al final de una plática, pasar a la mesa en donde habrá una rica ensalada verde, unos jitomates rellenos, un pescado a la parrilla, unas papas asadas, unas ricas rebanadas de calabaza, unas tortillas tostadas con un queso fundido, y haciendo ojitos unas zanahorias que saldrán también de la parrilla. Y la jarra estará luciendo el color del agua de piña.

De postre habrá, entre cucharada y palabra, algo sobre las aventuras de Simbad, o del Principito, o del Señor de los anillos, a algún autor más moderno, que ellas y ellos quisieran escuchar o decirnos algo sobre estos personajes. Una mermelada de naranja o de higo y unas galletitas con un vaso de bebida de soya o de leche, pueden ser un final feliz. Y luego hay que pedir que un niño o una niña hagan una pequeña relación del rito de ese momento vivido. Y brindar y aplaudir sus palabras. Y luego, a su debido tiempo, que se monten en sus triciclos, acompañarlos y dar unas vueltas por el parque. Al regresar a casa los recibirán unas tazas de chocolate o un agua de mango o de Jamaica y quizá un plátano o una sandía. Y si es el periodo escolar, dejar que la calma llegue para que sus tareas resulten bien calificadas. Y antes de ir a la cama una cena frugal pero rica. Puede ser un cereal, hay de todos los colores, sabores y calidades, o una avena con leche. Y tener en cuenta lo que los sabios dicen: “El hombre y la mujer son lo que comen”. Entendido. Y hacerle caso a los griegos que decían que: “Nada en exceso”.

Los mercados, las tiendas, ofrecen alimentos orgánicos e integrales. Sí, las niñas y los niños de hoy, con estos detalles, llenarán su mente de lecciones saludables y con el tiempo serán ciudadanos responsables. Y sabrán que “Cuerpo sano en mente sana” será una tarea para seguir cada día.
¡Qué vivan las niñas, que vivan los niños!
¡Uníos para tener un mundo mejor!
Carlos Bracho
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