Para algunos podrá parecer un cliché de novelas, pero para los que trabajamos con la creatividad constante, el vino es un fuerte aliado. Con una copa en la mano las ideas fluyen y eso es algo que han entendido a la perfección en Cepa 21.
Así es, hoy hablamos de vino, pero desde una perspectiva diferente, pues nos vamos a centrar en su relación con el arte. Antes de empezar a contarles de esta experiencia quiero que se queden con una idea del presidente de Bodegas Cepa 21:
«El vino es como el arte, un medio para expresar emociones, contar historias y conectar con los demás»
– José Moro
Ahora sí, entremos en materia y antes que nada les voy a presentar a nuestros protagonistas. Se trata de cuatro vinos de Valladolid, pertenecientes a la Denominación de Origen Ribera del Duero, que conocí en una cata muy particular.
Entre pinceles y corchos
Para los que están familiarizados con el mundo del vino, cuando se escucha la palabra cata, seguro viene la imagen de una fila de copas. Seguida por una explicación parsimoniosa de cada una de las expresiones a degustar.
Pues en esta ocasión no fue así, lo que nos recibió fue un lienzo en blanco y materiales para realizar una pintura. Por eso les dije que se quedaran con las palabras de José Moro y su idea de que un vino es más que una bebida.
Así empezó la cata, realizando un boceto sobre el lienzo, mientras en la copa se servía el primero de los anfitriones, Hito rosado. Un vino de uva Tempranillo que con su frescura, ligereza y notas florales nos invitó a enfocarnos en la pintura.
Una vez listo el trazo a lapiz, era momento de comenzar con el fondo y para ello probamos al hermano tinto del primer vino, Hito. Un vino joven que sigue explotando las propiedades de la Tempranillo, para demostrar que a pesar de su jovialidad, tiene un caracter envolvente y prometedor.
En lo que sigo mezclando pinturas les voy a contar un poco más del nombre de esta dupla de Cepa 21. El hito es un poste de piedra que sirve para delimitar las parcelas y señalizar caminos. Por lo que me pareció un buen simbolismo para los primeros pasos, dos vinos que marcaron el camino de la pintura.
Un estilo mil historias
Con las bases listas fue momento de agregar los detalles, el cuerpo de la obra y para este proceso nos acompaño Cepa 21. La joya de la corona, un tinto que lleva a su máximo potencial a la uva Tempranillo con madurez y elegancia.
Pero esta fase final no podía quedar solo en manos del vino que lo empezó todo, usando las palabras de la bodega. Así que para dar los últimos retoques probamos Malabrigo, un reflejo fiel de la experiencia a través del refinamiento.
Cada una de estas expresiones de la uva Tempranillo nos dejaron ver que con pequeños cambios en el proceso, se obtienen una infinidad de historias. Mismos relatos que en Cepa 21 han plasmado en sus etiquetas que muestran la historia de la bodega.
Yo me despido contento al explorar el vino a través de la pintura y con una primera historia ligada a Cepa 21. Con el tiempo seguro se sumarán muchas más y claramente los invito a ustedes a comenzar su propia colección de relatos junto a esta casa productora.
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