Para esta edición he decido llevarlos a un viaje de fin de semana por uno de los lugares más mágicos del mundo: San Miguel de Allende, Guanajuato, ciudad que se distingue por su historia, arquitectura, cultura, además de sus característicos hoteles y recintos culinarios.

La elección del hotel es uno de los atractivos de San Miguel, por lo que es recomendable reservar con anticipación ya que hay algunas propuestas que ofrecen pocas habitaciones. El viajero puede elegir hospedarse en cualquiera de los clásicos hoteles del momento: Rosewood con una arquitectura señorial y de estilo colonial; Matilda un espacio moderno, minimalista, pero de gran categoría; Dos Casas caracterizado por sus 7 habitaciones de gran privacidad; Casa Micha un lugar también pequeño que ofrece refinamiento entre cantera clásica que hace sentir al visitante en un pequeño palacio; L’Otel quizá el más exclusivo por sus 4 habitaciones privadas —recomiendo juntar 4 parejas y disponer en la totalidad del hotel durante todo el fin de semana—; Nena es la opción más reciente —abierto en junio—, que mantiene este concepto de exclusividad y privacidad con pocas habitaciones; Hacienda guadalupe en el corazón del centro, alberga uno de mis bares favoritos. Las opciones son variadas, dejando en el tintero otros como Sierra Nevada, La Morada, Posada San Francisco, Hotel Real de Minas y El Mesón, por mencionar algunos.

La mejor forma de conocer San Miguel de Allende es caminando entre sus calles que albergan un inmenso abanico de atractivos. Para el primer día recomiendo comer en El Manantial, también conocido como Sirena Gorda, una antigua cantina donde se saborean deliciosos antojitos de mariscos. Para abrir boca, una alcachofa con aderezo y continuar con unas tostadas de tiradito de pescado que son riquísimas. Otro lugar que marcará la pauta del inicio de su viaje es Pescaü del Mar al Bar que el viernes es el mejor día para visitar.

Por la tarde, después de descansar, la visita a Harry’s (Louissiana Bar & Café ), una de las barras más populares de esta ciudad, es obligada. Su propietario, Bob Thieman, aconseja tomarse un martini y yo sugiero que lo haga en la barra. Para compartir el antojo puede ordenar un sándwich gigante Reuben de corned beef con mostaza o el “B52” compuesto por tres pequeñas hamburguesas, ambos para chuparse los dedos.

Para los amantes del jazz, un sitio clásico es el Tío Lucas, cuya especialidad culinaria son los cortes de carne, aquí al ojo del amo, Max, la atención es uno de los elementos más destacados del lugar. Para la gente “madura”, el viernes puede terminar con una copa en el bar más popular de San Miguel, La Azotea, el espacio es agradable, con buena música y ricas botanas como el queso Brie derretido y acompañado con mermelada de tamarindo y su toque de chipotle; o sus famosos tacos de jícama con camarón. Para la gente más joven, los lugares a visitar son El Bezzito con una vista espectacular de la Parroquia y de la cúpula de la Iglesia de Las Monjas que lo hace a uno sentir en Italia; El grito, lugar para tomar la copa y bailar, sin duda el más popular atendido por Fernando, también El Mint y últimamente lo que era el Ring ahora el Oui.

El sábado puede iniciar con un recorrido por al Mercado de Artesanías, el Templo de la Inmaculada Concepción, el Centro Cultural Ignacio Ramírez “El Nigromante”, el Teatro Ángela Peralta, la Casa del Mayorazgo de la Canal, el Instituto Allende que conquistó a escritores y artistas, recientemente Museo del Juguete Popular Mexicano, los parques El Chorro y Benito Juárez, además de sus galerías y espléndidas tiendas de artesanías, como la Fábrica la Aurora, que puede conocer La Botttega di Casa de mi amiga italiana Patrizia Trevisiol, donde tiene manteles, bordados, cerámica, cristalería, mucho traído de Italia. A San Miguel de Allende se le puede llamar ¡la Toscana mexicana!

Este día la aventura gastronómica puede abrir boca con un desayuno en el restaurante Café la Parroquia, con unos huevos rancheros y pan calientito, o bien en el de San Agustín, frente a la Iglesia de San Francisco, este pequeño lugar se caracteriza por sus churros con chocolate, la propietaria es nuestra amiga y artista Margarita Gralia.

Para comer, la recomendación es conocer el nuevo San Miguel, para ello hay que salir hacia Dolores Hidalgo donde se encuentran tres desarrollos muy importantes: Las Ventanas, Vista Antigua y Los Senderos donde aconsejo comer en el Bistro Senderos, que cuenta con un paisaje donde se sentirá filmando la segunda parte de Out of Africa, es un lugar exclusivo atendido por la chef sueca Kajsa Akevlum —donde no se puede perder el tostado sueco a base de pan semi tostado con camarones, mayonesa, crema, con un touch de eneldo.

Sobre la carretera hacia Dolores, también sugiero detenerse en La Burger, lugar que prepara deliciosas hamburguesas al carbón con la carne en su punto; es un lugar rústico muy recomendable.

Otra visita obligada es Ristorante italiano, que el año pasado fue ubicado en el lugar 49 de los mejores de México por la Guía Gourmand; no tiene menú, pero el chef Andrea siempre tiene la sugerencia del día, si tiene suerte, podrá degustar unas jugosas codornices o una fresca ensalada de pulpo con arúgula y aceite de oliva.

Dentro de este marco de posibilidades a las afueras de San Miguel, se ubica el hotel-restaurante Nirvana, donde su chef Juan Carlos prepara extraordinarias quesadillas de jamaica, además, es uno de los pocos restaurantes que ofrece venado, también elabora nieves artesanales de albahaca, mandarina, mamey… Este hotel se localiza a 5 minutos de uno de los santuarios más importantes de México: Atotonilco, del que podemos decir que es nuestra pequeña Capilla Sixtina.

Para la cena, mi recomendación es el restaurante italiano Mi Vida, el lugar es sencillo pero con estilo. Sus chefs Davide y Greta, lo hace todavía más especial; la pasta a la Sorrentina que la hacen especial para un servidor, chorizo italiano artesanal y el pescado a la sal es una excelente opción. Otra alternativa es The Restaurant, ubicado en un patio clásico colonial; en general cocina tipo confort food.

En el Hotel Rosewood es imprescindible disfrutar La Terraza, con una maravillosa vista de San Miguel. Ahí el chef Carlos Hanon nos preparará antojitos de abolengo, como sus renombrados tacos de lechón.

La selección del lugar dónde cenar no es fácil en San Miguel. El Hotel Matilda, con un menú confeccionado por uno de los mejores chefs de México, Enrique Olvera, brinda un toque de elegancia y categoría. Mi otra recomendación es Calenda, en el Hotel Nena, donde el chef Vicente Torres (Restaurante Oca de Polanco) de la zona de Valencia, participa en la elaboración de la carta: pida pinchos como las croquetas de jamón serrano, tortilla española o papas bravas, el paladar lo transportará a España.

Para tomar una copa antes de descansar, existen dos lugares nuevos: Patio 3 en la calle de Correo y El Veinte y Único en la calle de Jesús.

El domingo, si decide no desayunar en su hotel, hay dos alternativas en la calle de Correo: el restaurante El Correo y Cumpanio. Para despedirse de San Miguel mi sugerencia es comer en el restaurante que ha ganado su fama durante 37 años: Mama Mía; donde puede ordenar su pizza y un bull para seguir disfrutando.

Ningún viajero debe marcharse con las manos vacías y para eso, el mejor recuerdo es llevar a casa uno de los panes más exquisitos que he probado, de la panadería El Maple; le aconsejo el llamado Revolcado, ¡bien tostadito, con mantequilla y mermelada! Al lado se encuentra Luna de Queso, tienda de quesos gourmet donde los ideales son los tipo brie y los camembert.

Todas estas sugerencias conquistarán su corazón y seguro estoy de que lo harán regresar a San Miguel sin importar la época del año, a este destino sólo me queda decir: muy agradecido, muy agradecido y muy agradecido.

 

 

ESCRITO POR Alejandro G. Vargas

agvargas@saborearte.com.mx

FOTOGRAFÍA Alejandro Vargas

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