Tras varios años perfeccionando su arte culinario en España, trabajando en algunos de los restaurantes más prestigiosos del país, como El Celler de Can Roca y Mugaritz, el chef Oswaldo Oliva decidió abrir Lorea en la Ciudad de México, un restaurante de gran éxito y un lugar al que siempre me gusta regresar. En cierto sentido, Alelí, ubicado en el mismo edificio, actúa como un hilo conductor de la visión de Oswaldo, reflejando su profundo respeto por los ingredientes, lo que siempre se ha manifestado claramente en sus creaciones. Aquí, libre de la formalidad que suele asociarse con fine dining, el chef propone platillos atrevidos, basados principalmente en el método de cocción a la parrilla, alimentada de forma tradicional con leña.
Se trata de una terraza que destaca por su decoración, su ambiente relajado y, sobre todo, su gastronomía. Su propuesta es simple pero no simplista, donde técnica, sabor, calidad y textura se amalgaman para constituir la quintaesencia de la experiencia culinaria en masse. Este equilibrio cohesivo lo podemos observar en platillos como los cogollos de lechuga asada con emulsión de limón y pistache, una preparación que transforma un ingrediente cotidiano en algo extraordinario, aportándole carácter y sofisticación. Quizás presenta notas que podrían evocar clásicos como la ensalada César, dada la cremosidad y frescura cítrica del aderezo, que se une idóneamente con los matices intensos y ahumados de las brasas ardientes que «besaron» estas hojas verdes de manera tan excepcional.
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Otra receta de gran relevancia y popularidad entre los asiduos del lugar es la costra de queso rellena de pork belly en tortilla de harina, una celebración del hedonismo y la indulgencia que bien merece una suscripción mensual para asegurar una dosis regular de esta delicia.
Hay picaña de res, uno de mis cortes preferidos, que, después de haber sido abrazada por el calor infernal de la parrilla, llega a la mesa en compañía de un puré de papa y jus de carne.
En materia de postres, se destaca en particular el cheesecake asado, servido con compota de fruta de temporada, una obra maestra sin igual inspirada, seguramente, en la estancia de Oswaldo en el País Vasco, una región gastronómicamente importante para el desarrollo de su carrera. Volviendo al cheesecake, es, sin duda, el mejor que he probado: la cremosidad y suavidad de su interior, combinadas con el sabor intenso y ligeramente quemado de su exterior, logran una armonía perfecta.
Y para acompañar este postre, ¿qué mejor que un carajillo bien hecho? Siempre es una buena opción, y aquí cumple en todos los sentidos. Cabe mencionar que la coctelería en Alelí se toma muy en serio, con creaciones originales e imaginativas, lo que convierte a esta terraza en el lugar ideal para disfrutar de unos tragos con amigos en un ambiente relajado y agradable.
Oswaldo Oliva es, indudablemente, un chef a seguir: audaz y, a veces, provocador en sus recetas, con una visión singular de la cocina mexicana y la profesión de cocinero. Su proceso creativo único y la temporalidad de la carta de alimentos son la piedra angular de este local, que, de manera irrefutable, merece una visita.
Alelí Rooftop
Sinaloa 141, Roma Norte.
Ubicado en un tercer piso, para acceder hay que subir escaleras.
Lunes – Cerrado
Martes a Sábado 14:00 a 23:00 h
Domingo 14:00 a 22:00 h
Instagram: @alelirooftop
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