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Dom Pérignon nació en el siglo XVII, y desde entonces se han escrito
tres siglos de historia: muchas leyendas y anécdotas han surgido en
torno a este vino de estilo único, cada una desde ángulos diferentes
como el vino, el gusto y el estilo de vida. Aquí algunos ejemplos de
esta pasión convertida en burbujas.
Dom Pérignon y el método champenois
En la historia del champagne, hay un antes y un después de Dom
Pérignon. Por 47 años, de 1668 a 1715, el monje a cargo de la bodega
de vinos de la Abadía de Hauvillers dedicó su existencia a la creación
del “mejor vino del mundo”. Dom Pérignon innovó, perfeccionó
y refinó las aún precarias técnicas de vinificación para
los nuevos vinos de Champagne, con ayuda de la minuciosa
observación y repetida experimentación. La era de Dom Pérignon
como podríamos llamarla, va más allá de la persona como tal,
una era donde se forjaron los procesos cruciales para crear lo que
posteriormente sería conocido como “El método champenois”: el
ensamblaje de uvas de diferentes viñedos y variedades; una prensa
individual y progresiva para obtener un mosto perfectamente puro
y claro; el añejamiento en cava con el vino contenido en botellas y
corchos herméticamente sellados para controlar la fermentación de
la levadura que crea vinos espumosos.
Los mejores días de Marlene Dietrich
“Como símbolo, el champagne tiene un extraordinario poder. Te da la
impresión de que es domingo y de que pronto vendrán mejores días.
Si logras tener una botella de Dom Pérignon perfectamente fría, en
una bella copa en la terraza de un restaurante parisino con una vista a
los árboles a la mitad de otoño, te sentirás como la persona más
divina de este mundo, aun cuando estés acostumbrado a beber
champagne.”
ABC de Marlene Dietrich
De vacaciones con Marilyn Monroe
En 1959, Marilyn Monroe conoció a un joven guionista danés, Hans
Jorgen Lembourn en Nueva York, Pronto se embarcaron en un
romántico viaje a las montañas con una “pequeña reserva de Dom
Pérignon” —una reserva de alegría. “Cruzamos Manhattan y el Río
Hudson. En Nueva Jersey, manejamos hacia el Norte, después hacia
el Oeste con dirección a las montañas. Al principio, ella se encontraba
en la orilla del asiento sin decir una palabra. Entonces ella se levantó
y buscó una botella de Dom Pérignon, abrió la guantera y sacó dos
vasos de plástico. Removió el sello de alambre y sacó el corcho por la
ventana. La espuma voló con el viento. Ella llenó las copas, me entregó
la mía y bebió la suya en dos o quizás tres grandes sorbos. Llenó su
copa nuevamente y detuvo la botella entre sus rodillas. Sostenía su
copa con una mano y, con la otra, su extravagante sombrero. ‘Ahora
sí estamos de vacaciones’, dijo ella.”
Hans Jorgen Lembourn, Forty Days and Marilyn, Paris, Robert Laffont, 1979

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