Chère Karla:
Año nuevo.
Ha pasado la Navidad. Ahora, en este mes de enero a recibir a los Santos Reyes y que arriben con muchos regalos y a deleitarsecon la rosca con una taza de chocolate o atole champurrado o leche sola, al gusto. Ahora a observar el año que llega, ya vemos pasar los primeros días de este año nuevo, que ojalá y nos traigan mejores y más felices momentos. Esto lo deseamos todas y todos los que habitamos lo que queda de este planeta llamado Tierra. Pero de lo que puedo estar seguro es que, si ponemos todo nuestro empeño en hacer que cada minuto que transcurra nos llene de alegría, algo ganaremos, y creo que una forma de lograrlo es, desde luego, comiendo ¿verdad que sí? Y qué mejor ocasión para ello que hablar un poco sobre Italia. Oh, cara, cara Italia.
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En México mantenemos vivo el recuerdo que nos ha dejado su arte, su literatura, su música. Dante nos ha mostrado los valores humanos en lo alto y en lo bajo. Y Botticelli con su Nacimiento de Venus nos hace amar aún más la belleza de la mujer, y Rossini con su enorme gusto por la comida y con sus notas musicales dibuja sonrisas en nuestro rostro. Y Verdi que nos muestra todo lo que el hombre y la mujer pueden aportar al amor. Y bueno, chère Karla, qué podemos decir de su comida, de sus vinos, de sus quesos. Y justamente, como regalo caído del cielo estoy preparando algo que todo el mundo conoce: Fettuccine a la Carbonara. Fettuccine (en tiendas especializadas encontrará el que mejor llene sus expectativas culinarias); prepararlo al dente, guanciale, yemas de huevos, queso Pecorino, agua y sal. De la cava traeré un Chianti. Al final del banquete estará listo un café espresso. Y una copa de grappa, que se puede tomar como aperitivo. De postre no me he decidido, si por un Panacotta de chocolate o un gelato también de chocolate, porque ¿quién se puede resistir a su sabor? Yo caigo rendido ante su real presencia.
Ya preparé el reproductor de CD. Y Pavarotti me deleitará con las nunca olvidadas canciones napolitanas y algunas arias de las óperas más famosas, que en su voz suenan como timbres celestes.
Con lo que arriba he escrito no aporto nada nuevo, pero como un amigo coreógrafo español, Alberto Portillo, me dijo un día: “Mira, chaval, que lo antiguo vale siempre”. Demás está decir que tiene toda la razón. Hay veces en la vida que lo sencillo es lo más puro y lo más cercano para abrazarnos a todo lo que nos circunda. La vida diaria, hoy, se nos presenta con síntomas de violencia y con noticias horribles y no deseadas. Lo mejor, como lo ven, es meterse a la cocina y preparar platillos sencillos, como el que arriba he propuesto, y volver a escuchar a Pavarotti, y después de este simple rito sentarse junto a la ventana y observar el paso de las nubes y el vuelo de las aves y admirar al Astro Rey.
Que tengan todas y todos ustedes los mejores días y que la alegría y la paz y la felicidad
inunde sus hogares.
DHC Carlos Bracho.
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