Chére Karla:
Desde varios quinquenios atrás, en el mes de agosto, en Madrid, nos reunimos puntuales a la famosa Hora del amigo, mediando las doce del día, un grupo formado por actores, coreógrafos, coleccionistas de arte, productores de TV y Teatro. ¿Con qué fin? Tú, Karla, sabrás que es para sentarse en la Taberna de la esquina, y por la mesa llegarán los chatos que nos harán brindar por ello, por nada, por todo, por lo de más allá. Y charlar largo y tendido. Criticar a los políticos, que es deporte nacional, admirar más a Lope, querer más a Rulfo. Y rendir homenaje al vino tinto, que, en tardes de sol en Las Ventas, la bota llena con el vino, nos acompaña siempre en una corrida de toros; y al final de una obra de teatro de Calderón de la Barca, en la cena, lucirá un Ribera del Duero, y al llegar la noche, en casa de Cruz Villanueva, oyendo en el CD al Caracol, manos y boca estarán ocupadas con la copa del tinto de la Rioja.
Y como es lógico, los chatos con el tinto nos predisponen al jolgorio. Eso nos hace olvidar -pero el dolor permanece- las guerras y las riadas. Por lo tanto, ¡viva el tinto! ¡vivan los chatos! Y ¡vivan las tapas!: pan con tomate; lonchas de jamón; queso; chorizo; patatas bravas; pinchos morunos; aceitunas; calamares a la romana; champiñones al ajillo; pimientos del Padrón; garbanzos con espinacas; y pare usted de contar. En cada rincón de Madrid, en cada lugar de España, ofrecen decenas de suculentos platillos. Hay para todos los gustos.
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Y cuando ellas y ellos, mis amigos, vienen a México, les ofrezco algo que les fascina: tortillas. Y evidentemente pasan lista de presente: los chilaquiles, rojos y verdes; enchiladas, las suizas y las potosinas; las tostadas: con manitas de cerdo; tostadas de tinga, tostadas con pollo y aguacate, tostadas con frijol y queso; tacos: al pastor, tacos de maciza, de lengua, de carnitas; enfrijoladas, rociadas con queso; los tlacoyos, de frijol o de queso; los tacos sudados; burritos, con pico de gallo, guacamole.
Y Karla, podría yo llenar varias hojas con la enorme variedad de productos en donde reina la Tortilla. Ahora bien. Satisfechas y gozosas mis amigas y plenos mis amigos españoles, y diciéndonos que dejan con dolor nuestra patria. Y como en mi pueblo dicen, se fueron con “la panza llena y el corazón contento”.
Entonces, como la lista de arriba es jugosa y sabrosa, y para estar a tono con la celebración revolucionaria del día 20, escogeré algunos de los nombrados, y para abrir el apetito, con la familia a tono, empinarnos unos tintos. Y luego, ya más tarde, sentados a la mesa, poner en el plato los chilaquiles rojos, y unas tostadas de manitas de cerdo, y para dar el grito jubiloso, empinarnos unos mezcales y como hay lugar en el estómago, servirnos unos tacos de lengua. Y en la noche quizá haya algo de frío, pues a sacrificarse se ha dicho, y a llenar las jarras con un café de olla, que en el brasero estará bullendo.
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Honor a quien honor merece: (la Revolución, en primer lugar, y en otro lado, el tinto y la tortilla). Adelante, a deleitarnos con estos sencillos antojos.
Buen provecho
Carlos Bracho
Prof. Ad honorem por la UNACH