Según algunos historiadores, fueron los mayas quienes comenzaron a cultivar el chocolate. La realeza azteca bebía una gran cantidad de chocolate amargo en copas de oro. Por ejemplo, el emperador Moctezuma tomaba a diario más de 50 copas de chocolate. Al conquistador español Hernán Cortés le interesaron mucho más las copas de oro que su contenido, pero sí le llamó la atención que los aztecas utilizaran las semillas de cacao como moneda, y las llevó a Europa. A los europeos les encantó el sabor y también las supuestas propiedades curativas del chocolate.
Con la revolución industrial se mecanizó el proceso de elaboración. Por ejemplo, se dejó de moler a mano y se empezó a utilizar el motor de vapor para accionar los molinos. En 1828 el químico holandés Coenraad van Houten aprendió a extraer el polvo de cacao y la manteca de cacao de la pasta que se obtenía al moler las semillas. Después hubo innovadores que crearon la combinación precisa de ingredientes para el chocolate sólido en tabletas. En la segunda mitad del siglo XIX los suizos inventaron un proceso para refinar aún más el chocolate, que se conoce como conchado u homogenizado, que consiste en pasar la pasta de chocolate entre una serie de rodillos durante varias horas, lo que produce un chocolate suave que se derrite en la boca.
Empresarios ingeniosos como Hershey, Lindt, Nestlé, Suchard y Tobler aportaron mucho a esta industria, ya sea inventando maquinaria más eficaz o mejorando las fórmulas.
Mitos Del Chocolate
• El chocolate es erróneamente asociado a productos altos en colesterol, ya que como cualquier alimento de origen vegetal, en forma pura no es fuente de esta grasa. Sólo el chocolate mezclado con leche entera o grasa butírica contiene colesterol en cantidades muy bajas (aproximadamente 8 mg por 30 g).
• El chocolate no es un alimento alto en cafeína. 30 g solamente contienen la cantidad presente en una taza de café descafeinado.
• No hay evidencia científica de que cause acné o hiperactividad en niños.
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