Por Sofía Álvarez Rodríguez
Desde niña siempre he sido amante del pan dulce, recuerdo que cuando íbamos a casa de mis abuelos, llevábamos varios tipos y mientras lo acompañábamos con un vaso de leche o un café, la plática era sobre nuestro día o algún recuerdo del pasado.
Como buenos mexicanos, sabemos que existen muchísimos tipos y opciones, pero aquí te voy a enseñar los más conocidos y un poco de su historia, ¿cuántos de ellos conoces?
Los clásicos de ayer y hoy.
- Conchas: Sin duda alguna, este es mi favorito y todo el que me conoce, sabe muy bien que en mi mesa nunca pueden faltar. Surgen a raíz de los brioches franceses, y se comenzaron a fabricar en el siglo XIX, volviéndose uno de los más populares. Su nombre se debe a la capa crujiente que cubre la parte superior, la cual asemeja a una concha de mar. La masa de brioche hace que este sea suave y esponjoso con una cobertura crujiente que se deshace en la boca. Los sabores más comunes de la que se utilizan para la capa superior son vainilla y chocolate pero con el paso del tiempo se han implementado nuevos sabores como fresa, nuez y una opción más gourmet puede ser matcha, pistacho, entre otros.
- Cocol de anís: Uno de los más clásicos de la cultura mexicana, sin embargo, han perdido popularidad debido a que no son muy fáciles de encontrar en cualquier panadería. Existían mucho antes de la llegada de los españoles y en ese entonces, debido a que no había trigo ni mantequilla se hacían con maíz, semillas, miel y diferentes tipos de grasas y aceites vegetales. Como su nombre lo indica, uno de sus ingredientes principales es el anís y hoy en día la receta ha evolucionado dependiendo de la región o familia que los realiza, pero los ingredientes principales que se utilizan son harina de trigo, mantequilla y huevos. Son muy fáciles de identificar gracias a su color oscuro y forma de rombo, su interior es suave y en ocasiones se le puede agregar ajonjolí, lo que lo hace bastante versátil, ya que no son tan dulces como otros.
- Ojo de buey: También son conocidos como “ojo de pancha” y se dice que fueron creados por un cocinero chino, quien tomó como inspiración un ojo de buey. A pesar de no ser muy llamativo de vista, en boca es una experiencia inexplicable, gracias a su combinación de texturas, en el centro son suaves y esponjosos como un panqué, y en el exterior crocante como un hojaldre.
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- Garibaldi: Son de orígen 100% mexicano, creados por la familia Laposse, dueños de la panadería El Globo, donde utilizando los hornos del lugar hicieron esta delicia. Su nombre es en honor a Giuseppe Garibaldi, un gran revolucionario italiano. Son pequeños panquecitos en forma de cupcake invertido, cubiertos de mermelada de chabacano y chochitos blancos de azúcar; normalmente se colocan sobre un capacillo que ayuda a recoger los chochitos que se puedan desprender.
Entre pan y galleta
- Orejas: Fueron creadas en 1645 por un aprendiz de pastelero llamado Claude Gellée y se dieron a conocer en México gracias a que eran las favoritas de Porfirio Díaz; al principio eran exclusivas para las élites porfirianas, pero se popularizaron tan rápido que hoy en día es parte del día a día de los mexicanos. Elaboradas a partir de masa hojaldre, su textura es crocante y antes de hacer la forma se espolvorea azúcar para que al momento de hornear éste se caramelice y le agregue el toque dulce.
- Polvorón tricolor: Originalmente provienen de España, pero con su llegada a México cambiaron algunas cosas como el color, ya que como su nombre lo dice, van pintados con tres colores, rosa, amarillo y café. A veces son de masa suave y otras, quebradas que al momento de darle una mordida se deshacen.
- Puerquitos de piloncillo: Esta variedad, tiene sus raíces en un pan nativo en la región de la huasteca, llamado chichimbre, y su origen se debe a una reinterpretación del gingerbread. Se elaboran principalmente con piloncillo, un tipo de azúcar morena sin refinar y se les da forma de cochinito o puerquito lo que le da su nombre.
- Campechanas: También conocidas como banderillas, considerado el favorito de muchos, elaboradas con masa hojaldre lo que lo hace de textura crujiente y gracias a su forma alargada, perfecto para acompañar con un café y “chopearlo”. Muchos piensan que por su nombre son originarios del Estado de Campeche, sin embargo, fueron creadas por una señora que vivía en dicho lugar y al momento de comprarlos muchos decían “el pan de la campechana” y de ahí es el verdadero orígen del nombre.
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Los que marcan temporada
- Rosca de reyes: En España se acostumbraba a compartir una rosca adornada de frutas secas y cristalizadas durante el Día de Reyes, el cual se festeja el 6 de enero y conmemora la llegada de los tres Reyes Magos a visitar al niño Jesús. Fueron los mismos españoles quienes durante la época colonial, introdujeron esta celebración a México. La rosca, con su forma circular, simboliza la corona de los Reyes Magos y hoy en día es una de las principales componentes de esta tradición. Suele estar decorada con frutos secos que simbolizan los cristales de la corona y con la misma cobertura que se utiliza para las conchas, la cual es básicamente azúcar y manteca, que, en lo personal, es mi parte favorita de la rosca. En su interior se colocan pequeñas figurillas que representan al niño Jesús y según la tradición mexicana, a quien le salga alguno en su rebanada, deberán invitar los tamales en el Día de la Candelaria, el cual se celebra el 2 de febrero. Este no es solo un pan de dulce más, sino que forma parte de nuestra cultura y es perfecto para pasar un buen rato en familia.
- Pan de muerto: Una de las épocas más esperadas por los mexicanos es la llegada de este emblemático pan, para celebrar el Día de Muertos. Su origen se remonta a la época prehispánica y su evolución ha estado influenciada por tradiciones indígenas y elementos de la cultura española. Su forma redonda representa el ciclo de la vida y la muerte; y los “huesitos” en la parte superior simbolizan los huesos de los difuntos y encima llevan una “bolita” que asemeja el cráneo. El azúcar esparcida por encima expresa la tierra y el aroma del azahar que impregna el pan es una reminiscencia de las ofrendas prehispánicas de las flores.
Si quieres llevar una vida saludable o “fit”, definitivamente no te recomiendo consumir estas delicias de manera cotidiana, pero como todo en la vida, debemos de tener un balance y un pan de vez en cuando no hace daño, al contrario, no solo llena tu estómago, también tu corazón. Así que cuéntanos, ¿cuál es tu favorito?.