Por Heli Galván
Los alimentos son una parte importante para nuestro día a día, nos nutren, nos acompañan durante el día, nos sacan alguna sonrisa y son vitales para nuestra supervivencia. Por lo que es contradictorio pensar en la cantidad de alimentos desperdiciados por año en todo el mundo.
Tan solo en 2022 se desperdiciaron 1.050 millones de toneladas de alimentos, lo que supone 132 kilogramos por persona, aproximadamente una quinta parte de todos los alimentos disponibles para consumo humano.
En esta ocasión tuvimos la oportunidad de asistir al foro Hambre cero, cero desperdicio, una iniciativa para generar acciones contra el cambio climático y apoyar la seguridad alimentaria, además de generar conciencia sobre la pérdida y desperdicio de los alimentos.
Hambre 0 y alimentos
Se contó con la participación de varios panelistas especializados, como la Lcda. Laura Ordóñez, de Fundación Dr. Simi; Denysse Almeida de Alimento Para Todos; el Chef Edgar Delgado del Restaurante Sonia; Joahna Hernandez de Arca Tierra; Nadia Prince de Restaurante Baldío; Rodrigo Gaviño de Nidaria; Eva Guerrero por parte de la Alcaldía Cuauhtémoc y Martin Aguilar del centro de acopios Itacate de la Central de Abastos.
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Donde fueron planteadas diversas preguntas para los participantes, desde ¿qué sectores son los más vulnerables al desperdicio?, pasando a ¿cuáles son las mejores prácticas para reducirlos?, ¿cuáles son algunos incentivos para las grandes industrias?, hasta ¿qué podemos hacer nosotros para evitar generar menos desechos?
Se fueron mencionando todas las partes de la cadena de alimentos, desde los desechos en el campo, el problema de la sobreproducción e, incluso, de la demanda a ciertos alimentos por parte de la industria y los consumidores. Invitando a los consumidores y a los restaurantes a incluir diversos ingredientes para crear una variedad en el mercado.
Además de comenzar a solicitar al Estado un mayor apoyo a estas nuevas alternativas para el manejo de los residuos de alimentos, incentivando así a la industria restaurantera a implementarlas. Como donarlas a asociaciones sociales, quienes se encargan de repartir dichos excedentes a diferentes comedores comunitarios, para crear composta o elaborar alimento para animales.
También invitaron a reflexionar sobre los hábitos a la hora de comprar alimentos, porque al final del día, en una ciudad tan atareada como lo es la Ciudad de México, con un sistema tan exigente, es normal optar por comida rápida; resultando en residuos por las fechas de caducidad, una mal almacenamiento o por una apariencia no deseada en ellos.
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Con eso en mente, la problemática del desperdicio de alimentos en buenas condiciones es un problema que nos concierne a todos, ya sea en mayor o menor medida, somos parte del problema. Comenzar a hacer un cambio en nuestras casas, por pequeño que sea, puede ser una gran diferencia.