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Sabores tradicionales de México: café de olla

Julieta Cruz
Julieta Cruz
Gastrónoma y doctorante en Comunicación con especialización en vinos por la EMS. Investigadora en periodismo enológico y gastronómico en Ciudad de México, basada en teoría bourdiana, con fundamentos en Sociología y estudios de periodismo. Disfruta entrevistar y difundir la valiosa labor de quienes hacen posible nuestra gastronomía, única y viva en cada ingrediente, sabor y experiencia a la mesa.

El café es una de las bebidas básicas en mi día a día. Un par de tazas de café americano o espresso siempre me tendrán alerta y lista para darle a la lista de deberes cotidianos. Lo cierto es que de pronto, aunque soy del team black coffee –y también en lo que concierne a HOTD– a veces se me antoja una taza de café de olla. Este café trae a mis recuerdos gustativos una tacita de barro con una bebida caliente que desprende notas dulces a canela y por supuesto, que siempre es acompañada de una buena concha, tamales calientitos o hasta un desayuno abundante de carnitas o de barbacoa.

Y es que sí, para los que nos leen desde otros rincones del país, principalmente en el norte o bien desde otros países, en la región centro y sur de México es común esta preparación original pero sencilla que consiste en café infusionado con canela y endulzado con piloncillo. 

Pero, ¿cuándo y dónde surgió esta deliciosa bebida? ¿Qué otros tipos de café de olla conocemos? Vamos a adentrarnos a detalle en ello. 

Café con pan

Existen un par de teorías acerca de su origen. En lo que coinciden es que el café de olla recibe su nombre del recipiente en el que se prepara: una olla de barro. Este material tiene la capacidad de mantener la temperatura ideal del café, a la vez que infunde a la bebida un sabor y aroma inconfundibles. 

La primera posibilidad nos lleva a unos siglos atrás, cuando los ingredientes que le componen desde el café (originario de Etiopía), la canela (de Sri Lanka e India) y el piloncillo (derivado del jugo de la caña de azúcar, originaria de Nueva Guinea), que fueron introducidos en México durante La Conquista, se integraron en una bebida durante La Colonia. Estos ingredientes se combinaron en una rica bebida caliente que era consumida entre campesinos y habitantes del medio rural debido a que, fue este sector, el que principalmente consumía el piloncillo o “chancaca” (del náhuatl chiancaca, que significa “azúcar morena”), como resultado del procesamiento del azúcar en los trapiches.

Además se debe considerar que la influencia española además ya contaba con ciertos tintes de influencias árabes, y el gusto por el café especiado no era la excepción, algunas variaciones en esta cultura principalmente en la Península Arábiga ya incluían desde la antiguedad especias como cardamomo, azafrán, clavo, canela y hasta comino.

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Otra de las versiones que es también contada popularmente (aunque la menos apoyada por nosotros por la falta de fuentes) indica que el café de olla surgió durante la Revolución Mexicana en los campamentos de las fuerzas revolucionarias. Las famosas “Adelitas”, mujeres preparadas para batalla pero quienes a su vez contaban con todo el expertise de las preparaciones en cocina, fueron las responsables de esta infusión caliente. Se dice que esta bebida fue bien aceptada no solo por su sabor sino por su fácil preparación y porque además mantenía en alerta a las tropas. 

Ojalá que llueva café

Además de la olla de barro como base para su preparación podemos considerar el consumo popular hasta el día de hoy como una característica de esta bebida. Se suele encontrar en tianguis, fondas, mercados y hasta taquerías, por ser una bebida que se presta al acompañamiento con diversos antojitos mexicanos. La facilidad de su preparación también la hace accesible en lugares sin presupuesto para cafeteras o percoladoras; solo se requiere una olla, una cuchara y una coladera.

En la actualidad, el café de olla y su sabor ha ganado popularidad en los menús de cafés y restaurantes contemporáneos y cafeterías, tanto en México como a nivel internacional. Su perfil de sabor único e insigne de la cocina tradicional han llevado a chefs y baristas a experimentar con nuevas formas de presentar esta bebida, desde interpretaciones gourmet hasta innovaciones en mezclas y métodos de preparación. Nosotros hemos probado este sabor en rellenos de bombones de chocolate, nieves, espumas, y hasta cocteles. 

Y es que si bien la base solo lleva tres ingredientes –café, canela y piloncillo–, algunas recetas familiares o tradiciones regionales enriquecen la bebida con especias adicionales como clavo, anís estrella, pimienta gorda, o hasta cáscaras de limón o de naranja. En casa, por ejemplo, yo le agrego un poco de cardamomo. La idea es que se integren algunos matices especiados que den un sabor más cálido a la bebida, haciéndola más atractiva al paladar, ideal para días de frío o lluvia. 

Esta bebida emblemática, con su método de preparación característico y su combinación especial de ingredientes, ha logrado mantenerse en el tiempo como un símbolo de hospitalidad y tradición.

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En mi tierra Veracruzana, solo quiero tomar café, un poquito de azúcar y caña…

Y, por si nos quedamos con el antojo, aquí les dejo una receta para preparar esta tradicional bebida.

Ingredientes:

(Rinde 8 tazas)

  • 2 litros de agua 
  • 200 gramos de piloncillo
  • 2 ramas de canela 
  • 100 gramos de café tostado y molido (grueso de preferencia)

Preparación: 

1. Hierve agua en la olla de barro con las ramas de canela y el piloncillo hasta que se disuelva completamente. Apaga el fuego.

2. Añade el café molido, mezcla con una cuchara y tapa la olla. Deja reposar de 8 a 10 minutos.

3. Pasa el café por una coladera para retirar el café molido y sirve caliente. 

Además de su delicioso sabor, el café de olla ofrece varios beneficios para la salud. El café es conocido por sus propiedades antioxidantes, que ayudan a combatir el daño celular y mejorar la concentración. La canela, por su parte, tiene propiedades antiinflamatorias y puede ayudar a regular el azúcar en la sangre. El piloncillo, al ser menos procesado que el azúcar refinado, conserva minerales y vitaminas que pueden ser beneficiosos para la salud, pero debe consumirse con medida, ya que sigue siendo azúcar. 

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Una última tacita

A pesar de su rica tradición, el café de olla enfrenta ciertos desafíos en la actualidad que principalmente se relacionan con la globalización y la influencia de las tendencias externas de café, lo que ha resultado en una oferta estandarizada de sabores, y por lo tanto en afectaciones a las recetas tradicionales y hasta pérdida de las mismas. Así que, la próxima vez que pienses en disfrutar de café, hazlo de la forma que más prefieras, sin olvidar que una de las preparaciones tradicionales de México viene desde “la olla”, con lo que podemos mantener viva esta tradición asegurando su persistencia en las generaciones futuras. 

El café de olla es mucho más que una simple bebida; es un símbolo de la tradición, la calidez y la hospitalidad mexicana. Su preparación que sigue siendo artesanal, combinada con sus ingredientes distintivos, ofrece una experiencia que nos conecta con nuestra historia y cultura.

Continúa con: Accesorios para amantes del café: Parte I

Fuentes

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